Sentarse en la hierba, simplemente sentarse.
Dejar que la noche cante por nosotros.
Aspirar la frescura de la hora tardía.
Sondear la oscuridad que envuelve las cosas.
No ver nada.
Escuchar solamente el canto del grillo, el ruido estridente de las cigarras y, luego, a lo lejos, un ruiseñor que trina.
Todo está en paz.
Tirarse sobre la hierba, simplemente tirarse.
Dejar que la serenidad de la noche penetre hasta la oscura inquietud de nuestra alma.
Dejar que el descanso se apodere de nuestro cuerpo fatigado.
Abandonarse al sueño en un rincón perdido, entre el cielo estrellado y la tierra fragante.
Abandonarse.
Dormirse en la hierba, simplemente dormirse.
Dejar que las horas de inconsciencia reposen nuestras almas y nuestros cuerpos.
Dejar que la frescura y la oscuridad nos acaricien.
Dejar que el olvido se lleve nuestros pensamientos.
Que todo se calme.
Dormirse.
Hace falta.
El hombre lo necesita para que la mañana lo encuentre de pie, fuerte y sonriente ante el trabajo del nuevo día. Fuerte y sonriente ante este mundo matinal, tan puro, que viene hacia él y que se ofrece a él tan sencillamente, en su clara belleza.
Fuerte y sonriente.
¡Oh, vida, te amo!
Tal como eres, te amo.
Y acepto vivirte hasta el final.
Tal como eres, te acepto.
Dejar que la noche cante por nosotros.
Aspirar la frescura de la hora tardía.
Sondear la oscuridad que envuelve las cosas.
No ver nada.
Escuchar solamente el canto del grillo, el ruido estridente de las cigarras y, luego, a lo lejos, un ruiseñor que trina.
Todo está en paz.
Tirarse sobre la hierba, simplemente tirarse.
Dejar que la serenidad de la noche penetre hasta la oscura inquietud de nuestra alma.
Dejar que el descanso se apodere de nuestro cuerpo fatigado.
Abandonarse al sueño en un rincón perdido, entre el cielo estrellado y la tierra fragante.
Abandonarse.
Dormirse en la hierba, simplemente dormirse.
Dejar que las horas de inconsciencia reposen nuestras almas y nuestros cuerpos.
Dejar que la frescura y la oscuridad nos acaricien.
Dejar que el olvido se lleve nuestros pensamientos.
Que todo se calme.
Dormirse.
Hace falta.
El hombre lo necesita para que la mañana lo encuentre de pie, fuerte y sonriente ante el trabajo del nuevo día. Fuerte y sonriente ante este mundo matinal, tan puro, que viene hacia él y que se ofrece a él tan sencillamente, en su clara belleza.
Fuerte y sonriente.
¡Oh, vida, te amo!
Tal como eres, te amo.
Y acepto vivirte hasta el final.
Tal como eres, te acepto.
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